O Imperio do Brasil.


Es la primera economía de América Latina, la segunda de  América y la octava mundial.  Con 200 millones de habitantes exporta por más de 200 mil millones de dólares y está entre los 20 países de mayor comercio internacional.  $200.000 millones en reservas grantizan su estabilidad monetaria y la crisis mundial no lo afectó, al contrario, le permitió asomarse entre las potencias del mundo como un lugar seguro para la inversión y el desarrollo. Ató a los países vecinos a su propia economía y hoy dependemos de él para sostener muchos rubros productivos. Sin embargo no deja de ser parte del tercer mundo, de esa latinoamérica despojada y explotada. Brasil no se mira al espejo, levanta su mentón con altanería e intenta establecer los criterios para toda la región.  

El 1 de marzo de 1870 termina la guerra de la Triple Alianza, con la muerte del mandatario paraguayo Francisco Solano López,  en la Batalla de Cerro Corá.  Paraguay cae ante los ejércitos de  Argentina, Brasil y Uruguay solventados por las oligarquías obedientes al imperio británico y enemigos de la poderosa congregación de los jesuítas. Fue un genocidio, el más grande de la historia de América Latina, con un millón de paraguayos muertos, cuando su población era de un millón y medio.

Ese Paraguay era una potencia que inquietaba. Productora de algodón (materia prima que Inglaterra reclamaba para su revolución industrial ya que Estados Unidos no lo exportaba por el bloqueo secesionista) y de acero con el primer horno en el subcontinente. El  Paraguay industrial tuvo el primer ferrocarril y fabricaba sus propias armas y barcos. Borrado del continente, Brasil y Argentina pudieron responder a los intereses extranjeros mejor que ese Paraguay rebelde.

Pero ya en esa guerra se vislumbraba el poder del imperio de Brasil, su enorme maquinaria conquistadora. La américa portuguesa obstentaba una unidad política envidiable frente a la américa española que se dividió y se enfrentó entre sí, que olvidó a sus patriotas comunes, a su historia común.  Desparramada en virreinatos y capitanías generales, se disgregó en muchas naciones con rivalidades entre ellas.

Brasil mantuvo su territorio entre  el Paraná y las fuentes del Orinoco, y entre el Atlántico y la cordillera de los Andes, y en 1822 adoptó el nombre de Imperio do Brasil, para que no quedaran dudas de su objetivos. Mientras tanto Montevideo y Buenos Aires entablaban un pleito de comadres mediocres y se dividían.  Brasil nacía como un gigante geográfico. 

Domingo Alberto Rangel cuenta otros aspectos del génesis imperialista de Brasil:

A Simón Bolívar, que era geopolítico como todo caudillo, le preocupaban en América la naciente República de los Estados Unidos y el naciente imperio del Brasil. Y tenía razón, frente al localismo enano de venezolanos y granadinos, que se tiraban de las greñas porque San Faustino fuera de unos o de otros, aquellos retos eran espeluznantes.

Desde el primer momento los portugueses, y luego los brasileños, contemplaron la posibilidad de subordinar a toda la América del Sur, ejerciendo sobre ella las presiones y creando las situaciones que aconsejaban sus ventajas. Naciendo todos los ríos que vierten sus aguas al Plata, en territorio brasileño, el gobierno de ese país quedó desde la Independencia en capacidad de perfilarse como el hegemón del Cono Sur.

Había un obstáculo que los brasileños liquidaron desde mediados del siglo XIX, el fiero Paraguay de las misiones, aislado en su régimen colectivista creado por los padres de la Compañía de Jesús. La guerra de la Triple Alianza, promovida y liderizada por Brasil, acabó con aquel inconveniente.

Pero detrás de todo ya en aquella época había un complejo mundial que todo lo dominaba, lo condicionaba o lo influía. A la cabeza de ese complejo estaba Inglaterra. El Brasil entendió que el ejercicio de esa preeminencia en la América del Sur exigía la alianza o acercamiento con la Inglaterra victoriana. Y en América del Sur, Río de Janeiro, entonces capital del imperio y, luego, de la República de Brasil, fue el instrumento inglés por excelencia. La clase dirigente del Brasil no era sólo codicia. Tenía también la capacidad para el esfuerzo y el cálculo, como ocurre o debe ocurrir con toda clase que anhele dirigir. El Brasil fue convirtiéndose antes de 1914 en un emporio agrícola de alcance mundial. Ya para 1914 era el primer productor mundial de café, de cacao y de caña de azúcar, y tenía la primera ganadería de los trópicos. Pero…

VIENE LA INDUSTRIA

En 1930, la clase dirigente del Brasil entiende algo que la coloca por encima de todas sus similares de América Latina. El modelo primario-exportador, que ha hecho del Brasil primer productor mundial de aquellos géneros arriba mencionados, ha pasado ya a la historia. Hay que industrializar al Brasil para rimar con el mundo naciente y acomodarse a las nuevas fuerzas, y hay que trasladar las preferencias o acuerdos de Inglaterra a los Estados Unidos. Así viene el largo gobierno de Getulio Vargas, que echa las bases del Brasil moderno, en el cual hay características que no tiene ningún otro país de nuestro continente sureño.

La industrialización con Vargas comienza por las ramas pesadas de la manufactura, su piedra angular es la usina de Volta Redonda, productora de acero. Mientras Argentina, México o Colombia están produciendo textiles o confecciones, el Brasil se adentra en el acero y otros metales. En segundo lugar, Brasil erige sus industrias con un criterio de rendimientos competitivos, dando acogida al cálculo económico. Y, en tercer lugar, la industria en su casi totalidad es promovida por la burguesía nacional, de la cual fue siempre vocero Getulio Vargas. Ya en los años cincuenta, cuando Vargas deja de ser útil y los militares que son el martillo de toda clase dirigente asumen el poder, el Brasil es una nación industrial completa.

El Mercosur tan odiado.

Brasil alcanza sus mayores niveles de desarrollo a fines del siglo XX, cuando ya presentaba un integración regional a través del MERCOSUR, (Mercado Común del Sur), la unión aduanera que integra con Argentina, Utuguay y Paraguay. El 26 de marzo de 1991 se sella con la firma del tratado de Asunción, en la capital de Paraguay,  120 años después de la guerra que esos países disputaron.

Si bien las naciones establecían criterios comunes para el intercambio comercial, nunca Brasil abandonó su deseo de liderar las decisiones y el rumbo de la región. El Mercosur es el mayor productor de alimentos del mundo y Brasil es el lider indiscutido de esa unión.

Su enorme crecimiento no es suficiente para un Brasil ambicioso y expansionista. El Estado de San Pablo equivale a la República Argentina en población y supera su  PBI, y es el corazón del gigante, dispuesto a avanzar sobre toda la región.

Desde ese punto geográfico, la voz de los industriales brasileños retumba en todo latinoamérica. La entidad que los agrupa, la Federación de la Industria del Estado de San Pablo (FIESP), es el otro poder de la nación, lejos y opuesto a Brasilia.

FIESP dijo que Brasil no quedará «subordinado a humores internos argentinos» y anticipó que, si en Brasil gana la oposición, se acabará la «paciencia», anticipando el fin del gobierno del Partido de los Trabajadores de Lula da Silva, su actual presidente.

El secretario de Comercio Exterior de la FIESP, Rubens Barbosa, escribió una columna  en el diario Estado de Sao Paulo. Barbosa es el vocero de los sectores más conservadores y nacionalistas de la producción industrial de Brasil.  Consideró que los argentinos «viven una crisis existencial» debido a las «dificultades para encontrar una salida a sus problemas políticos y económicos».

Quien fuera funcionario de la Cancillería durante la presidencia de Fernando Henrique Cardoso sostuvo que Argentina tiene un «drama psicológico» porque dejó de ser un país económicamente más importante que Brasil. Además, Barbosa estimó que los reclamos del gobierno argentino por las asimetrías económicas de ambas naciones «esconden la falta de visión de fututo de las élites políticas y empresariales» del país.

 La revista argentina «Fortuna» lo cita a Brabosa como «el brasileño que odia al MERCOSUR«.

FORTUNA: ¿Cuáles piensa que son los mayores problemas del comercio bilateral entre Argentina y Brasil?

BARBOSA: Creo que el más grande problema que ustedes enfrentan es la pérdida de competitividad. Ustedes exportan a Brasil solamente automóviles en grandes cantidades por un acuerdo bilateral. Pero no hay muchos productos industriales para exportar a Brasil por esa diferencia de competitividad. La Argentina tiene una gran ventaja. El régimen cambiario brasileño es muy negativo para nosotros. Y aún así hay difi cultades para exportar. Esas dificultades provienen de industriales de Argentina hacia Brasil. Hubo problemas con la gestión agrícola. No hubo trigo. Entonces las restricciones impuestas por el Gobierno argentino tienen que ver con una cuestión de competitividad de ustedes. Porque esta asimetría y el desequilibrio es a mi juicio una regla del comercio. Los países no son idénticos y hay siempre, si el comercio es libre, un desequilibrio comercial porque no hay productos de la Argentina hacia Brasil para compensar la amplia gama de variedad de productos de Brasil a la Argentina.

FORTUNA: ¿Cuáles son los sectores que deberían tener una mejor competitividad para que la relación comercial sea más equilibrada?

BARBOSA: Es un problema de ustedes.

Disparen contra el Mercosur.

Ese gran proyecto que es el Mercosur fue minado en varias oportunidades por sus propios fundadores. En 2006 el entonces  ministro de Ganadería, José Mugica, hoy presidente electo de Uruguay, dijo que «el Mercosur no sirve para un carajo».  Lo afirmó cuando su país estaba negociando un acuerdo con Estados Unidos, al igual que Paraguay.

Presionado por sus dos grandes socios del Mercosur, Estados Unidos prometía lo que sus vecinos no cumplían. Era una maniobra de presión.

Uruguay no solo denunciaba situaciones especiales con Brasil, sino con la Argentina, en especial por el conflicto de la papelera frente a Gualeguaychú, que el Mercosur nunca resolvió porque no incumbía a Brasil.

El Brasil imperialista.

El diario El Financiero de México publicó un artículo de Rubén Aguilar Valenzuela con aspectos de la política imperialista de Brasil:

Desde hace años el notable activismo de Itamarati, la cancillería brasileña, busca eso. Es el surgimiento ya no del Brasil imperial, pero sí del imperialista.

Por medio de su creciente poderío económico, un PIB de un billón 500 mil dólares, el décimo del mundo, pretende convertirse no sólo en la potencia económica sino también política de Suramérica. En más de una ocasión ha dejado en claro que ése es su lugar en el área y que no está dispuesto a que nadie lo ponga en duda.

La actitud de Brasil, que tiene frontera con ocho países, despierta molestias y recelo. No siempre se expresan en público, el costo de hacerlo es muy alto, Brasil siempre lo cobra, pero sí en reuniones privadas entre los presidentes de esos países y con sus pares del resto de América Latina.

Ante la reacción que el proyecto brasileño pueda provocar en el gobierno de Estados Unidos, el presidente Lula ha salido al paso diciendo que su país no pretende ningún enfrentamiento y sí mantener una buena relación. Lo que Brasil realmente pretende es suplantar, no eliminar, el papel que Estados Unidos han desempeñado en esa región.

La diplomacia brasileña ha sido fundamental en la creación de nuevos mecanismos en América del Sur. Es el caso de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Creado en mayo de 2008. Espacio de concertación y solución de conflictos, que ahora tienen dos grandes proyectos: el Banco del Sur y el Consejo Suramericano de Defensa. Está también la primera Cumbre de América Latina y el Caribe (CALC) que se realizó en diciembre en Sauípe, Brasil.

No se puede negar el liderazgo regional que tienen los brasileños, pero tampoco los múltiples frentes de conflicto con sus vecinos. Brasil tiene hoy problemas con Ecuador, Bolivia, Paraguay y Uruguay. Algunos se relacionan con los precios de las materias primas; gas en el caso de Bolivia y electricidad en el de Paraguay. Los brasileños pretenden siempre imponer lo que quieren y hacen valer su condición de gigante.

En América del Sur se reconoce el liderazgo de Brasil. Eso no está en duda, pero no se acepta su visión imperial. Los países suramericanos no quieren una nueva hegemonía, que ya no será la de Estados Unidos, pero sí una que nace en la región. En el futuro se van a vivir años de tensión producida por un Brasil que pretende actuar como fuerza hegemónica y la resistencia de los países que no la quieren y tampoco aceptan.

La política exterior de Brasil desde hace muchos años trabaja en impedir que México «llegue» a América del Sur. La actitud poco cortés o incluso hostil de Itamarati va desde el uso de las reglas del protocolo hasta bloquear la participación de México en los mecanismos propios de la región suramericana. Los miembros de la cancillería mexicana lo saben muy bien. Lo han vivido por años.

Querer es poder.

¿Deberemos transformarmos en satélites del gran Brasil? ¿Someter nuestros designios a los intereses poderosos de nuestro país vecino?. El futuro es incierto, podemos ser espectadores o protagonistas, libres o dominados, independientes o dependientes…  Es el desafío de todas las naciones que rodean a Brasil, las que deberán observar su propio ombligo y preguntarse ¿Qué hacemos para ser nosotros mismos?.

Claudio Scabuzzo
La Terminal

 

Fuentes:
http://www.iprofesional.com/notas/92791-Brasil-industriales-alertan-que-el-Mercosur-podria-retroceder-a-zona-de-libre-comercio.html
http://fortunaweb.com.ar/el-brasinero-que-odia-al-mercosur/
http://www.infobae.com/notas/nota.php?Idx=232934&IdxSeccion=100799
http://www.casamerica.es/opinion-y-analisis-de-prensa/iberoamerica-general/el-brasil-imperialista
http://www.izquierda.info/modules.php?name=News&file=article&sid=3511

12 Comentarios Agrega el tuyo

  1. jorgesanti dice:

    Amigos hispanoamericanos:
    Los invito a que visiten mi sitio web: http://www.hispanoamericaunida.com (tómense tiempo para leer tanto la sección «quiénes somos» como el resto de artículos.
    El problema que tiene planteado Hispanoamérica (es decir, la América de habla española) es que las clases políticas de hoy interesadamente han manipulado y falseado la verdadera Historia hispanoamericana, aceptando la leyenda negra inventada por los anglosajones de que los españoles son malos y los hispanoamericanos siempre hemos estado divididos y debemos seguir así. Como magistralmente demuestra Raúl Linares Ocampo en su maravilloso y visionario libro «La Patria Grande: la reunificación de Hispanoamérica: historia de una idea persistente», la única salvación y prosperidad de la América española es reunificarse en un solo Estado soberano, un solo país (Brasil es hoy un gigante porque la América portuguesa se mantuvo unida tras su independencia, a diferencia de nosotros). No importa lo mucho que nos hayan lavado el cerebro los yanquis y anglosajones en general, apoyados incondicionalmente por las clases criollas dirigentes que nos han vendido al imperio anglo desde que los ingleses nos separaron de España. Lo cierto es que Hispanoamérica remonta su origen a cinco siglos, y durante 300 años fue una unidad política, económica, militar y cultural, un Estado Indiano (o Reino de Indias) que se extendía de México a Chile y contaba con un idioma común, el cual aún conserva, y es una de nuestrtos mayores bienes. Me fastidia la obsesión con las diferencias y especialmente la obsesión racial de algunos comentaristas para justificar que debemos seguir divididos: ¿acaso no hay diversidad racial en Brasil (prácticamente mitad blanco-mitad negro o mulato)? ¿O en Estados Unidos? No podemos basar un proyecto político en criterios racistas, esto está muy superado, y sólo favorece a las potencias que pretenden dominarnos. Somos una creación única, singular, grandiosa de la Historia, un mestizaje cultural entre lo indígena y lo español, algo favorecido por la legislación de la Monarquía española en época indiana, a diferencia de ingleses u holandeses, que jamás se mezclaron. Por otro lado, es simplemente mentira que el cono Sur sea exclusivamente blanco (recientes estudios demuestran que hasta una quinta parte de los argentinos tienen algún elemento mestizo en su sangre) y por otra parte hay importante parte de la población de los países andinos y el propio México que son criollos o europeos, aunque la mayoría mestiza (no «indígena» como se afirma aquí… y aunque así fuera ¿cuál es el problema?).
    Hispanoamérica fue una formidable superpotencia durante los siglos XVI, XVII y XVIII, admirada, temida y envidiada en todo el mundo. La mayoría de los hispanos de hoy en día desconocen esta realidad, o piensan que el mundo siempre será eternamente yanqui o que siempre se ha hablado inglés. Hoy pocos saben, por ejemplo, que el llamado “real de a 8” (o peso fuerte, peso duro o dólar español ) fue una moneda acuñada por el imperio español y que gracias al amplio uso que tuvo a finales del siglo XVIII en Europa, toda América y el extremo oriente (Asia), se convirtió en la primera divisa de uso mundial. Fue la primera moneda de curso legal en los Estados Unidos hasta que una ley de 1857 desautorizó su uso. Muchas de las monedas actuales, tales como el dólar canadiense, el dólar estadounidense o el propio yuan chino, así como monedas de Hispanoamérica y de Filipinas, están basadas en el real de a 8. Esta es una prueba histórica, entre otras muchas, de que los hispanos, de hecho, fuimos una superpotencia y tuvimos una posición dominante en el comercio mundial durante más de tres siglos.
    Ya basta de estupideces divisionistas, Hispanoamérica como unidad política tiene una vida histórica más larga que la gran mayoría de países modernos (salvo los más antiguos: Francia, Inglaterra, España, Portugal, China, Japón, Rusia… y pare usted de contar). Sólo UNIDOS alcanzaremos la masa y tamañao suficientes para enfrentarnos a los gigantes del futuro y tener la voz que nos corresponde en el concierto mundial como superpotencias. Sólo así difundiremos nuestro querido idioma español (lengua materna del 93% de los husipanoamericanos) por el mundo, como hizo Estados Unidos con el inglés.
    Es tiempo de unidad, de reconocernos en nuestra común historia, cultura, tradiciones, legislación, creencias, aspiraciones, arquitectura, literatura, idioma, etc… desde México hasta la Tierra de Fuega somos una MISMA NACIÓN cultural, por más que las potencias nos hayan dividido, Dejémonos de NAFTAs o ALCAs que sólo favorecen el imperialismo yanqui y de Mercosures que sólo favorecen el imperialismo brasileño.
    Somos lo que somos y hablamos una misma lengua. Somos la GRAN Nación que aún falta por reconocer en América, el país «invisible» ante el mundo por nuestra estúpida y patética división en 18 mini-repúblicas. Como dijo el argentino Jorge Abelardo Ramos… no es que estemos separados porque seamos pobres: es que somos probres porque estamos separados. Separados, nos hundiremos siempre, pero unidos… todo lo tendremos!

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  2. Hans Wust dice:

    Yo hablo Castellano
    La integración de los países sudamericanos de habla castellana es una hermosa aspiración de difícil realización debido a su heterogeneidad en aspectos demográficos, culturales y económicos.
    La población de Argentina y Uruguay es predominantemente blanca mientras que en Ecuador, Perú y Bolivia es indígena.
    Los argentinos aspiran a ser culturalmente europeos, los venezolanos, colombianos y chilenos aspiran a construirse una identidad cultural funcional para el futuro próximo mientras que las mayorías indígenas de Perú y Bolivia quieren volver al pasado de un paraíso incaico que fue más una utopía autocolapsante (debido al culto a las momias y muertos en general).
    Hay países con objetivos de desarrollo industrial y otros satisfechos con la exportación de materias primas.
    Es inevitable que quien asuma el liderazgo también incurra en actitudes imperialistas debidas a la debilidad de sus vecinos y no por una voluntad hegemónica.
    En todo caso es aminorar el mal tener a Brasil como sustituto de Estados Unidos, por lo menos no tendremos que sufrir bombardeos «humanitarios» para «salvar las libertades democráticas» como reza el lema yanqui.

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  3. arsenio dice:

    Disculpen, pero primero esta nota es bastante tegiversada y hasta ridicula en ciertos aspectos. Y eso que soy mexicano, pero me informo mejor:

    «La política exterior de Brasil desde hace muchos años trabaja en impedir que México “llegue” a América del Sur. » – Una GRAN falacia. En primera, la Politica Exterior mexicana SIEMPRE ha estado relacionada con Estados Unidos. Desde etapas de defensa contra amenazas, hasta ciertas alianzas estrategicas como en la II G M. Si bien la intervención de México en Centroamerica ha sido relevante, en Suramerica JAMAS ha logrado conquistar lo que se menciona en ese argumento. Desde el fracaso en la Guerra del pacifico, México solo ha cometido errores. ¿Ya se les olvido las estrategias planteadas por el gobierno de Fox y Castañeda? Castañeda mismo mencionó que solo corresponderia mayor relevancia a Norteamerica e incluso se desdeño mucho la relacion con Sudamerica. El hecho que Brasil «pudiera» bloquear NO significa gran cosa porque México no ha emprendido campañas realistas ni exitosas en Suramerica desde mas de un siglo.

    Asunto uruguay – Ese asunto lleva años entre Argentina y Uruguay. Incluso ha habido problemas en definición de fronteras que no han podido resolverse en años. Si asi vamos, como la empresa cuenta con capital mayoritario finlandes ¿Por qué no lo resuelve tambien la UE?

    Si, Brasil tiene pasado imperialista, pero no hay que olvidar que tambien los otros paises han provocado choques historicos. Argentina en principio tenia tambien pretenciones con Paraguay y Uruguay en cualquier caso, Chile es considerado como «la oveja negra» por su intervencion y mutilacion en Bolivia y Perú.

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  4. bielvolkon dice:

    Olha, yo no sé mucho español entonces voy hablar en portugués, después use google tradutor.

    Bom, acho que a política do Brasil está certa, aliás, temos que aproveitar que somos da América do Sul e tirar proveito pra melhorar a condição de vida dos brasileiros, afinal, somos os mais fortes da América Latina, México não tem que se intrometer, afinal México e Canadá são estados dos Estados Unidos da América, estão a serviço dos norte-americanos .

    Agora faço uma pergunta a todos vocês, preferem os EUA do que o Brasil ? Estão loucos né ? Brasil ainda dá muita condição pra voces, mais que os EUA, voces que não sabem reconhecer e agradecer.
    Mas já que voces tem a sorte de falar espanhol aprendam português e pouco tempo e venham morar no Brasil, mas se tiver escolaridade alta pra ganharem muito dinheiro e colaborar pro crescimento do Brasil.

    hasta la vista ? haha

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  5. Nicolás Javier dice:

    A PERO USTEDES SON UNOS IMBÉCILES IMPORTANTÍSIMOS ME PARECE……
    «muerte a los brasimonos y a su maligno imperio simio.»

    gobierno brasilero se equivoca en algunas actudes, ya somos un “Imperio”

    ESO NO SE LLAMA EQUIVOCARSE EN ALGUNAS ACTITUDES…. ESO SE LLAMA AVANZAR…. Y LO DE ESTE BLOG SE LLAMA ENVIDIA O ARGENTINO RESENTIDO…. DE MI PARTE «BRASILERO» PIDO MIL DISCULPAS POR LOS ANALFAIDIOTAS QUE SE ENCUENTRAN AQUÍ NO PIDAS PERDÓN NI NADA…… USTEDES ESTÁN MUY BIEN… ACA LOS UNICOS QUE ESTAMOS MAL SOMOS LOS ARGENTINOS …. LAMENTABLEMENTE SOY UNO DE ELLOS….. PERO ESPERO QUE NO NOS PONGAS A TODOS EN LA MISMA BOLSA NO TODOS SOMOS ASI DE IDIOTAS….

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  6. x dice:

    Brasil como imperio es una necesidad en este mundo al igual que China. Apenas 2 décadas de gobierno unipolar por parte de EUA nos dejo asqueados, hartos del saqueo, la prepotencia, el genoicidio.
    El mundo no puede ser dominado por un solo país, ya es tiempo de que se integren bloques de poder que tengan un contrapeso para evitar los excesos cometidos en el pasado.

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  7. bet365 dice:

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  8. Lala dice:

    muerte a los brasimonos y a su maligno imperio simio.

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  9. República Castellana dice:

    Al fin vamos entendiendo que la separación que nuestros padres decidieron fue un error gravísimo. Sin embargo, aún estamos a tiempo de corregirlo. Brasil nunca fue ni será un país hermano. No lo necesita. El brasileño lleva el imperialismo en el alma, lo traen desde los «bandeirantes». Los países hispánicos debemos unirnos bajo un mismo gobierno, con la consecuente pérdida de soberanía para una gran nación, o perecer a los tentáculos del Brasil.

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  10. Brasilero dice:

    ¿Es Brasil el nuevo Imperio maligno? Si nosotros brasileños somos malos, ¡que los E.E.U.U. continúen dominando a ustedes, entonces! Podríamos unir fuerzas para toda Latinoamérica ser libre, pero sólo porque el gobierno brasilero se equivoca en algunas actudes, ya somos un «Imperio» que quiere hacer mal a Hispanoamérica… ni siempre un gobierno representa la voluntad de todo su pueblo. Gobiernos son efemeros.

    Y seria más sábio si ustedes fuesen un sólo gran país de léngua castellana/española, desde México y Cuba hasta la Tierra del Fuego. Pero, quieren se quedar fragmentados… son dominados.

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  11. caxias dice:

    brasil al poder

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