Pornografía en la sociedad de la decencia.


Eran tiempos donde la moral y la tradición tenían poderosos defensores. Todo era una gran pantalla para que ellos puedan evacuar sus más retorcidas perversiones. En el ocaso de la dictadura un caso policial tuvo un espacio fugaz en las noticias y escandalizó a las abuelas. fue nuestro primer celebre PORNÓGRAFO.
El edificio donde Chaume residía en Rosario, ubicado en la esquina de Ovidio Lagos y San Lorenzo.

Alberto Felipe Chaume era un abogado oriundo de la ciudad de Santa Fe con cierto prestigio, pero tenía dos vidas dispares. Mientras se codeaba con adalides de la moral y las buenas costumbres, en su intimidad afloraba la pasión por fotografiar cuerpos desnudos en poses desafiantes. Chaume tenía como 70 años cuando  a mediados de 1982 la policía lo fue a buscar a su departamento de  Ovidio lagos y San Lorenzo, donde vivía con su mujer, testigo de sus producciones eróticas.

Alberto Felipe Chaume.

Sus  reuniones,  donde siempre la cámara de fotos estaba preparada, habían trascendido rompiendo el secreto y las complicidades que pudo sostener durante décadas. Se hablaba de fiestas sexuales y hasta de menores involucrados en sus sesiones, pero poco se saben los detalles. En esos tiempos la gente describía todo tipo de situaciones incomprobables frente a un hecho poco frecuente en las noticias policiales. Este caso tan escandaloso quedó en segundo plano frente a otros hechos impensados que irrumpieron ante la sociedad en ese 1982:  Una cruenta guerra que terminó mal, las primeras manifestaciones contra la dictadura y los trascendidos que ganaban la calle sobre los ilegales métodos militares en su lucha contra la subversión.

Cuando allanan su domicilio unas 20 mil fotografías hablaban de sus inaceptables transgresiones. Esas fotos podrían haberse obtenido en su departamento de Ovidio Lagos y San Lorenzo, o en el otro que poseía en calle Urquiza al 1800, en la ciudad capital. Quién sabe. Las andanzas de Chaume y su mujer se sumergen en un tiempo confuso.

La Revista Escuela de Historia publica un trabajo sobre “Las políticas provinciales de promoción industrial y los empresarios rosarinos (1942-1955)” de Silvia Simonassi. Entre sus fuentes cita a Alberto Chaume con su artículo “Reformas impositivas provinciales para 1954”, donde el  pornógrafo se cuela inocentemente en nuestra historia contemporánea.

Encabezamiento de uno de sus boletines «moralizadores» de la Liga por la Decencia del Arzobispado de Rosario.

La policía puso a trabajar a una sección especial acorde para una época de grandes restricciones: Moralidad Pública. Sus miembros cambiaron la rutina de recorrer whiskerías y prostíbulos, en donde cosechaban sus sobornos, para sacar del medio a un abogado degenerado, ex funcionario provincial, que empañaba el honor de de sus colegas. Dado su círculo social, el obsceno Chaume fue señalado por los miembros “honorables” de las “fuerzas vivas” de una ciudad gobernada por un Capitán de navío y participes de los encuentros del contador Pedro García en la sagrada  “Liga por la Decencia”. De allí partió la orden para terminar con sus costumbres.

En 2014 se estrenó un film documental de Diego Fidalgo titulado “El origen del pudor” que se inspira en esta historia, pero nace a partir de un hecho fortuito: La aparición en un contenedor de basura de muchas fotografías atribuidas al pornógrafo Chaume que fueron parte de su expediente judicial.  El director ofrece una entrevista al diario Rosario/12 en octubre de 2014:

«Todo empieza con un hallazgo fortuito, de un material fotográfico, hace seis años más o menos. Una serie de fotografías antiguas de los años ’50, ’60, de mujeres en pose sensual. Encontré dos o tres en la calle, seguí el rastro, y había todo un contenedor de basura con cartas, negativos, papeles, un análisis grafológico. Pero lo más notorio era que las fotos tenían en el dorso un sello judicial, un número de serie y una firma de un oficial de Justicia. ‘Acá hay algo, una historia’, me dije, pero no sabía cuál, sólo tenía una parte del rompecabezas», narra el realizador. Y agrega: «Pasaron tres o cuatro años con el material dentro de una caja, cada tanto las mostraba a amigos, tirábamos hipótesis. Otro encuentro casual con un compañero de trabajo, que vivía en el edificio frente a donde había encontrado las fotos, fue el que abrió la llave del misterio. Averiguando, él descubrió que en el edificio había un tipo que durante 40, 50 años se había dedicado a hacer fotografías eróticas y pornográficas. A partir de ese hallazgo se pone en marcha una especie de relato detectivesco».

– Hablemos de la figura de Alberto Chaume.

Chaume mira al horizonte, en una imagen del film «El origen del Pudor».

– Chaume era un abogado de Santa Fe, donde había sido Director General de Rentas. Se viene para Rosario (quizás porque sus andanzas ya eran conocidas allá), pensando en que tal vez se trataba de una ciudad más abierta, por toda su carga prostibularia. Acá armó una red de gente y complicidades y silencios. Durante cuarenta años se dedicó a hacer esto en fiestas. Y en el ’82 lo detienen por corrupción de menores, a quienes fotografiaba en esas fiestas. Tenía un intercambio de fotografías con revistas de todo el mundo, lo que le daba un circuito internacional, en una época donde esto era mucho más difícil. Mucha gente de distintos sectores se involucraba, algo que está puesto en juego en el documental: el tema de la doble moral, de los actos privados y públicos, qué se decía y mostraba y qué no.

El Faro Moral.

Sus diagnósticos querian establecer el código de conducta en tiempos donde la democracia y la libertad no estaban vigentes.

Rosario tenía en ese entonces un faro moral. Era la Liga por la Decencia, que orbitaria en torno al Arzobispado Local y el II Cuerpo de Ejército para imponer las doctrinas sociales que todos debían cumplir según los mandatos divinos. En tiempos de dictadura las imposiciones religiosas se ajustaban al control social necesario. Estos talibanes del catolicismo, tuvieron  una enorme influencia en las décadas del 60 y 70 sobre la prensa y la política rosarina. Eran abogados, jueces, militares, policías, profesionales y empresarios reconocidos que participaban de una cruzada bendecida por la ultraderecha y conservadurismo de la iglesia católica.

Sus cenas anuales reunía a sus fanáticos en torno a la defensa de la moral y la tradición cristiana.

Sus diagnósticos sobre la inmoralidad en la televisión, el cine, las revistas y los hábitos de los jóvenes, eran el tema de los discursos en cenas anuales en donde brillaban los uniformes y las sotanas.

La Liga por la Decencia solicitaba censura sobre todo lo que les molestaba.

 

Ni siquiera en los albores de la recuperación de la democracia frenaron su impronta moral:  Al grito de que el “destape” atentaba “contra la familia y la juventud” se enfrentaron a la libertad de expresión del gobierno de Alfonsín y casi en su extinción la Liga disparó sus últimas balas de moralidad para enfrentar la ley de divorcio, sin lograr imponer su criterio. Había nacido en 1963 y la democracia le puso un freno a su intolerancia.

El barrio tiene la culpa.

El corrupto doctor Chaume era el símbolo de la doble moral de una sociedad hipócrita. La misma que a pocas cuadras de la casa del abogado toleró durante los primeros años del siglo XX la existencia de burdeles con prostitutas importadas que se concentraban en torno a la calle Pichincha. Tras el cierre de los negocios sexuales esa arteria se bautizó General Pablo Ricchieri, un ex ministro de Guerra del gobierno de Roca. El fin de ese barrio prostibulario no terminó con el negocio sexual en Rosario: Todo pasó a la clandestinidad enriqueciendo a funcionarios, policías y jueces con los sobornos generados, mientras los moralistas miraban para otro lado.

En esos tiempos la red de complicidades permitía todo tipo de “inmoralidades”, hasta que la mano se soltaba. Como le sucedió a Chaume, víctima de sus debilidades en una época donde el riesgo de esas promiscuidades aumentaban la  pasión.

 

Claudio Scabuzzo

@laterminalblog

 

 

Imagen principal: Film «El origen del Pudor»

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