Los Okupas, anarquistas del siglo XXI.

Los “okupas” recuerdan al movimiento hippies del ’60  y a los punks de los ´80, con ingredientes anarquistas. Es una tribu urbana que se caracteriza por hacer uso de casas desocupadas, instalando allí su modo de vida. Los okupas piensan en un mundo  igualitario, recortando el excedente inmobiliario de algunos para favorecer a los que menos tienen. “Cuando vivir es un lujo, okupar es un derecho”, aseguran con  cierta verdad, pero  no siempre afectan al poderoso  sino al vecino común, al que tiene una propiedad desocupada y debe enfrentar un problema para desalojar a los intrusos.  ¿Usurpadores o idealistas?. 

  (…)»nuestra intención no es ni liderar movimiento alguno ni aglutinar masas en torno a nosotros / as, sino, por medio de la difusión, del debate autónomo y revolucionario, tratar de fomentar la AUTOORGANIZACIÓN de la gente con inquietudes. Otra de nuestras intenciones, también, es denunciar el escandaloso tema de la heroína y sus conexiones con el poder, ya que tenemos claro que es muy interesante para ellos que la gente más potencialmente rebelde y rebelde ya, acabe convertida en consumidora (con tal de que se consuma, les da igual que) y de esa forma se automarginan y se echen a perder como personas».

Manifiesto de la asamblea de Okupas de Madrid.

En mi ciudad, Rosario (Argentina), no hay estadísticas sobre el número de casas ocupadas. Algunas de ellas, en las zonas urbanas más desarrolladas, están habitadas por jóvenes que se dedican a ofrecer números circenses en la calle,  vender artesanías u otras tareas informales casi artísticas. Viven en comunidad, comparten sus cosas y provocan el temor de sus vecinos. No todos conocen el origen de su tendencia, aunque comparten las mismas frustraciones. Son okupas, emparentados con un movimiento mundial o no,  enfrentando la legalidad y el sentido común.

Ocupas, okupas y otros.

Muchos departamentos pertenecientes a planes de vivienda fueron tomados y ocupados por familias, sin que se pudiera revertir la situación. Era el techo de otros que participaron de esos planes con enorme esfuerzo, pero resultaron usurpados.

Mostrar estadísticas sobre esta realidad sería reconocer que la miseria alcanza cifras más altas. Lugares impensados como  el centro, opulento y  mercantil, esconde en sus pliegues una villa miseria, amontonando almas en habitaciones húmedas y oscuras de pensiones y casas ocupadas, detrás de las fachadas comerciales. 

En esos techos ajenos, tomados deliberadamente, hay okupas y ocupas. Familias que reciben el calificativo pero no tienen nada que ver con el movimiento. Otros se visten de anarquismo, levantan banderas contra el poder tradicional y los enfrentan con violencia. Embebidos de los movimientos antiglobalización, no dudan en salir a la calle, luchar contra la policía, quemar edificios públicos y privados.

Organizados políticamente deciden avanzar sobre la propiedad ajena con un plan premeditado. Suelen  presentar sus espacios como lugares de cultura, aunque son sus viviendas. Enganchados de la energía eléctrica, no abonan ningún alquiler ni impuesto y suelen vivir en condiciones precarias, en casas que aumentan su deterioro con su presencia.

Rebelados contra la sociedad de consumo, aspiran a ser la herramienta de una gran transformación social  a través de la autogestión. Un anarquismo moderno, sin clases sociales y con un reparto de la riqueza en forma igualitaria, aunque hay grupos marginales radicalizados. El capitalismo salvaje profundizó sus principios.

Todo empezó en Europa.

En sus orígenes europeos, este movimiento no ocupaba la propiedad privada, sino la pública. Indimedia comenta:

Los “Okupas”, o su correlativo sajón, “Squatts” datan del Londres de fines de la década del 60. Surgen en primera instancia de la necesidad de vivienda de jóvenes de clase obrera o de clase media que buscaban formas alternativas de vida, al margen de la sociedad de consumo y de la producción espectacular de mercancías. Se okupa un inmueble en desuso, que por lo general lleva tiempo abandonado, con el fin, no solo de brindar una vivienda, sino de generar también un espacio cultural alternativo y autogestionado. Estas “Zonas Temporalmente Autónomas” han sido, desde aquellos años hasta hoy, refugio de las mas variadas tribus urbanas con que uno puede encontrarse en cualquier gran metrópoli europea: rastafaris y rude boys jamaiquinos, skinheads, punks y neo-hippies.

De Inglaterra se extendieron rápidamente hacia otros países europeos. Tal es el caso de Holanda por ejemplo. En donde el movimiento squatter esta ampliamente desarrollado y organizado.

En la Republica Federal Alemana, el movimiento tuvo un gran auge durante la década de los ochenta, principalmente en la Berlín del oeste. Luego de la caída del muro en 1989, el gobierno de la Alemania unificada emprendió una feroz campaña represiva hacia los Centros Sociales Okupados y Autogestionados ( tal es el termino con el que se los conoce en la mayoría de los países de lengua latina ). Esto derivo en los violentos desalojos berlineses de 1990, en donde punks y policías militarizados protagonizaron enfrentamientos en las calles que llegaron a durar semanas.

Algo similar ocurrió en Barcelona durante los años previos a los juegos olímpicos del ’92. La loca carrera por la “modernización” de Barna, con su correspondiente especulación inmobiliaria, puso en jaque a los okupas de la ciudad que, sin embargo, y a pesar de los desalojos y las causas judiciales, le siguen dando batalla al Estado Español.

Y, sin lugar a dudas, otro de los nodos claves dentro del movimiento es Italia. En este país, de larga tradición autonomista, se producen las primeras ocupaciones a principios de los años setenta.

La grave crisis habitacional que sacude a las principales ciudades italianas lleva a que en enero de 1971, familias obreras ocupen espontáneamente un palacio vacío en Milán. Un día después son desalojados por la policía, con la incumplida promesa de que se les iba a encontrar alojamiento.

Uno de los centros sociales mas reconocidos y con mas trayectoria de la península itálica es el “Forte Prenestino”, antiguo presidio ubicado en la zona céntrica de Roma. Desde los años ochenta se ha convertido en un referente para la mayoría de los squatters. Lugar obligado si de circuito alternativo hablamos, cantidad de bandas han realizado shows en el. Tal el caso de Nirvana o Fugazi, por nombrar algunas. Y de Mano Negra podemos encontrar la grabación del concierto que dieron en un CD titulado, no podía ser de otra manera, “Forte Prenestino”.

-¿Y acá quién hace la comida?

-Alguno. Alguno va y la hace.

-¿Pero se fijan turnos, se organizan?

-No, de ninguna manera. Si hubiera turnos tendría que haber algún tipo de autoridad que los hiciera respetar.

-¿Y cómo están seguros de que alguien va a cocinar?

-No estamos. Pero casi siempre sucede. ¿No ves muy desnutridos?

No lo estaban. Cada noche, en el patio enorme del Asilo, todos los presente -ocupantes, amigos, invitados- cenaban juntos lo que algunos habían preparado: son las cenas comunes, la base de la sociabilidad okupa y son, se jactan ellos, un invento italiano.Alrededor, en la patio, en el viejo edificio, todo tipo de restos: pedazos de autos y de motos, más carritos de supermercado, más muebles en retazos, televisores descompuestos, pilas de libros, máquinas sin nombre. El Asilo está lleno de restos y quizás signifiquen: allí se recupera todo lo que la sociedad de consumo no consume, o ya consumió: capitalismo desechado, para hacer otra cosa. Los okupas tratan de armar con los restos del capital otros engendros. Para empezar, construirse una vida fuera de las normas y las leyes.

-Tengo que ir hasta el centro. ¿Puedo agarrar una bicicleta?

-¿Hay?

-Sí, hay un par.

-Entonces no preguntes, dale.

No es fácil acostumbrarse a que nadie te mira, nadie te controla, nadie piensa en juzgar los que hacés. Al principio trataba todo el tiempo de dar explicaciones: al fin y al cabo eran mis anfitriones, los dueños de casa. «Dueños de casa» es una expresión demasiado cargada; de a poco fui entendiendo. Muchas tardes trataba de pensar en todo eso: mis ideas no siempre eran muy claras. Algunos de ellos trabajaban en hospitales, escuelas, restorantes, obras en construcción; algunos no trabajaban, otros trabajaban en trabajos menos públicos. Pero su trabajo más activo es armarse sus vidas, no dejarse ganar por el sistema, instalarse en un mundo que ellos mismos controlan -en los límites de lo tolerado por el otro. Y lo hacen ahora, no mañana. La idea del aquí y ahora es como una versión en positivo del no-future punk: no es que no haya futuro, es que no hay que esperarlo.

-Y en qué consiste su militancia, sus actividades?

-Según, algunos hacen un volante, organizan alguna actividad, otros no, según cada uno quiera. Lo principal es mantenernos vivos mantener vivo todo esto.

Quizás nada de lo que hacen sea muy extraordinario y, al mismo tiempo, todo lo que hacen es extraordinario -en sentido estricto: están inventándose un camino nuevo, lejos de los infinitos caminos ya trazados. Y eso es mucho, sea cual sea el resultado que esté dando.

Del libro: Amor y anarquía – La vida urgente de Soledad Rosas (1974-1988). Autor: Martín Caparrós.

  Los okupas en Argentina. 

La existencia de Centros Sociales Okupados y Autogestionados en territorio argentino data del año 1996; cuando comenzó a funcionar en  Rosario el “Centro Kultural Independiente”. 

Foto: Facundo Fernandez, Flickr.com

Este “galpón okupa”; que estaba en un predio abandonado por la antigua empresa estatal Ferrocarriles Argentinos; brindó, además de alojamiento a una nutrida comunidad de artistas alternativos, talleres gratuitos, exposiciones y conciertos. Resistió, durante casi dos años, a siete intentos de desalojo, no pudo con el octavo. El 29 de junio de 1998, los okupantes recibieron una orden de desalojo del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo, a cargo del Dr. Sergio Gustavo Fernández, que respondía al Ente Nacional de Administración de Bienes Ferroviarios ( ENABIEF ). 

El desalojo se llevo a cabo el miércoles 15 de julio de 1998. Una vez que en Rosario había comenzado la feria judicial. De esta manera las autoridades se aseguraban de que los damnificados no pudieran ejercer ningún tipo de acción judicial con el fin de detener el desalojo. Alli se habían realizado unos 75 recitales por donde pasaron 300 bandas musicales. Muchos jóvenes disfrutaron esas veladas musicales, con drogas y alcohol al alcance de la mano, mientras los adultos se escandalizaban ante la actitud desafiante de quienes se rebelan contra el sistema. 

Hoy el predio expone uno de los desarrollos urbanísticos más importantes de Rosario. Foto: Mauro Montenegro, flickr.com

Hoy esos predios son parte del Parque Scalabrini Ortiz y son ocupados por un shopping e importantes emprendimientos inmobiliarios, que están lejos de los ideales okupas. 

 

 

 

«Llegamos a este lugar porque era una propiedad ociosa, y en lugar de andar vagando por la calle con nuestro arte decidimos desarrollarlo acá», señaló uno de los «okupas». 

«Ahora somos 25. Usábamos estos departamentos como nuestra vivienda, sin molestar a nadie, sin emborracharnos y sin drogarnos.» 

«Los fines de semana transitan por acá unos 500 chicos, además del público que se asocia a los festivales. Lo nuestro es puro arte. Ahora esperamos que nos den otro lugar como nos prometieron las autoridades.»

Okupa  desalojado del predio de Rosario en 1998.

 La okupación por dentro.

A mediados de setiembre de 2002 la crisis económica estaba pasando, pero sus estragos persistían. Las ollas habían sido golpeadas para que «se vayan todos», pero todos seguian estando, escondidos detrás de la cortina del poder.

Rodeados por una realidad que no los favorecía,  algunos decidieron entrar a una casa desocupada:

El día empezó caluroso, pero luego se vino la tormenta. Éramos, para eso de las 2 de la tarde, ya un importante grupo de compañeros bajo la lluvia en la Plaza del CHE. ¿Qué esperábamos? Justamente la tormenta. Nos dividimos en tres grupos; uno salió primero –barreta en mano- y dos nos quedamos a esperar. 15´ después salimos el segundo y luego el 3º. Uno por un lado y el otro –valga la redundancia- por otro. La casa que nos espera muestra su frente húmedo por la lluvia; intacta por años, pero con una puerta abierta.

Adentro eran solo aplausos; no hubo ni un solo problema: la casa seguía ahí sin custodia, la lluvia impedía que los perros salgan a hacer sus rondas habituales, los vecinos –hasta ese entonces- ni enterados.

Me asomo a la ventana y veo gente -que raro; hace años está vacía-. Y veo además que hay varios vecinos mirando. Abajo, en la gran casona, hay gente; en su mayoría jóvenes. Están limpiando -¿habrá nuevos vecinos?-.

Luego vino la parte más difícil; la casa, aunque en buenas condiciones, los años de espera la dejaron muy sucia. Tiene dos pisos y 15 habitaciones, dos patios y dos terrazas.

Y ahora es la nueva casa contracultural; un espacio recuperado, un espacio que sirva, en vez de recolectar mugre, reconstruir espacios colectivos para agruparnos, defendernos, avanzar en nuestro camino. Es la casa abierta a todas las experiencias de lucha; es, en definitiva, un nuevo espacio rosarino de combate y resistencia.

Nihilismo (1)  y revolución.

 Según dicen, el movimiento okupa tiene unos fundamentos urbanos, sociales, pero, sobre todo, de repensamiento de la sociedad tal y como está construida. El cóctel ideológico tiene ingredientes anarquistas y punks (antirracista, antifascista, antiespeculación, a favor de la igualdad de sexos y de personas, a favor de los derechos de los pueblos , trabajadores, ecologísmo, antiimperialismo, etc) ya que sobrepone el interés comunal y social a la propiedad privada a cualquier costo.

Una tribu urbana que nace de la exclusión, el inaccesible techo propio y la falta de oportunidades. Una de las tantas respuestas ante la enorme ineficacia de los poderes públicos.

 Claudio Scabuzzo

La Terminal

 

http://squattercity.blogspot.com/

http://almadormida.blogspot.com/2006/12/el-movimiento-okupa-un-pensamiento.html

http://punksunidos.com.ar/okupa/04.htm

http://caceroleando.8m.com/rosariookupa.htm

(1) Nihilismo:

El nihilismo, del latín nihil (nada) e ismus (doctrina, movimiento, práctica de) es una «actitud» filosófica, puesto que no es una tendencia filosófica estrictamente definida, de negación de todo principio, autoridad, dogma filosófico o religioso. El nihilismo es una posición filosófica que argumenta que el mundo, y en especial la existencia humana, no posee de manera objetiva ningún significado, propósito, verdad comprensible o valor esencial superior, por lo que no nos debemos a éstos. (http://es.wikipedia.org/wiki/Nihilismo)