Se ha profundizado el perfil ultraconservador del Vaticano desde que asumió el Papa Benedicto XVI. En un mundo de cambios necesarios la iglesia esgrime sus viejos argumentos que arrastan a duras penas. La era de hielo entre cruces y sotanas.
«Lo que Dios unió no lo separa el hombre». Así dice la iglesia a la hora de consagrar un matrimonio. Sin embargo, se anulan matrimonios ungidos con el sacramento con la misma velocidad con la que se perdonaban los pecados a los poderosos en el Vaticano de la edad media. Esto último a cambio de dinero, joyas, tierras o títulos nobiliarios.
El ex presidente mexicano Vicente Fox Quesada podrá casarse de nuevo según dispuso la iglesia católica, a través del tribunal de la Rota Romana. No solo anuló su enlace con Lilián de la Concha, sino que permitió llevar al altar a Marta Sahagún, su actual pareja. No cualquiera accede a semejante privilegio.
La Iglesia revive con esta resolución su particular genuflexión hacia el poder, lo que no es extraño ya que históricamente a contribuido a sostener figuras, gobiernos, dictaduras o políticas que no eran, precisamente, amadas por sus pueblos.
Hoy, cuando casi pasó una década del siglo XXI, la más poderosa organización religiosa del mundo exhibe su abanico de disposiciones con las que intentan contener a un mundo que se les va de las manos. Atados a un pasado que los llenó de glorias y antigüedades, se enfrentan a las tendencias de la humanidad arrastrando sus peores pecados, escondiendo verdades y protegiendo a sus ovejas descarriadas.
El embrión de la fe.
Asustando a la comunidad científica de «colaborar con el mal» si se prestan a trabajos que tenga que ver con embriones, pildoras del día después, espirales intrauterinos o métodos de anticoncepción, la Iglesia de Benedicto XVI da una vuelta más de tuerca a su pensamiento ultraconservador.
Millones de condones decoran la triste escena de una iglesia que prefiere traer chicos al mundo para sumarlos al hambre y la guerra, que crear conciencia sobre el control de la natalidad. Además hay tres millones de niños de probeta que no hubiesen nacido de otra manera y millones de tratamientos que permitieron revertir lo que la naturaleza no quería.
El enorme código de prohibiciones y recomendaciones llamada «Dignitas personae» sobre bioética fue obra de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que dirige el cardenal Joseph Levada, la misma congregación de la vieja inquisición.
Con dos principios básicos «el respeto del ser humano desde su concepción, y el respeto de la transmisión de la vida a través de la unión entre los cónyuges», el documento reitera el no a la investigación con células estaminales embrionarias; se opone a la conservación de embriones congelados, y condena el uso de la píldora del día después, las espirales y todos los anticonceptivos considerados responsables «más o menos explícitos» de abortos. La instrucción no admite la clonación humana en ningún caso, ni siquiera con fines terapéuticos, ni para realizar diagnósticos genéticos previos al embarazo. Y admite por primera vez la procreación asistida, pero únicamente «dentro del matrimonio» y «en el respeto a la dignidad de las personas» (por lo que rechaza todo tipo de fecundación artificial).
El texto desaprueba además las técnicas de ingeniería genética «porque nunca el hombre puede sustituir al Creador», y lanza una advertencia a los científicos: «Los investigadores no deben colaborar con el mal».
Benedicto XVI y el parque jurásico.
El diario argentino Página/12 colocó en su suplemento «Soy» al Papa Benedicto XVI entre los personajes del año por la política que impulsa desde el Vaticano. El texto del artículo no tiene desperdicios:
¿En cuánto habrá contribuido este año la Iglesia Católica a propagar el mal en el mundo? Ante semejante pregunta, llamémonos a reflexionar (previo searching en Google, si la memoria falla) y consolémonos sabiendo que la cruzada conservadora que el papa Benedicto XVI ha proseguido, impertérrito, este año (desde la recuperación de la misa en latín hasta la repulsa vaticana a la propuesta francesa de despenalizar la homosexualidad en el mundo) no ha cosechado tantos adeptos entre sus fieles. De hecho, su empecinamiento a seguir negándoles la comunión a los divorciados o su no aceptación del uso del preservativo son apenas dos ejemplos de cómo muchos católicos no sienten un conflicto si viven en las antípodas de lo que Benedicto dictamina. Ante lo que cabe preguntarse: ¿hasta cuándo seguirá el papa siendo tan fiel a sí mismo?
Claudio Scabuzzo
La Terminal
Fuentes consultadas:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-508-2008-12-31.html
Foto Principal: http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=500764&idseccio_PK=1021
La Terminal, ida y vuelta a la realidad 
que dijo el papa cuando encontraron los fosiles y se lo mostraron?
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Les faltó mencionar que Marta Sahagún, la nueva esposa ante el altar de Vicente Fox, es miembro del Opus Dei. Que Vicente Fox es miembro del grupo Cristeros, fanáticos religiosos que se oponen a toda promoción social de los humildes en México. Que el Vaticano cobra por las dispensas para casarse. Que los organizadores y ejecutores de la Hiperinflación del 89 y siguientes, fueron las empresas del Opus, Pescarmona, Techint, Pérez Companc, Rocca, etc. Que se les regalaban zonas petroleras a Pérez Companc para acallar las posibles quejas de los prelados contra la tortura y desapariciones, que hubo desde Onganía en adelante. Y luego se vendió alegremente a otro país. Por lo que el Estado Brasileño posee gran parte de los yacimientos argentinos y una parte de la destilación y distribución. Si hubo un enemigo de la Argentina ha sido el Vaticano. Hoy nuevo dueño de Crysler. Por otro lado hay suficientes causas abiertas en USA contra obispos y cardenales por lavado de narcodólares como para pensar si el Banco Ambrosiano, el IOR, y otras organizaciones no son desde su nacimiento una asociación ilícita para delinquir.
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