La juventud que no se rebela.


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Lo que en Argentina se conoce como militancia, es señalado en muchas partes del mundo como activismo. En Argentina el principal grupo activista político es parte de la columna vertebral del poder estatal. “La Cámpora” no levanta las banderas de los años ’70 cuando se luchaba contra el capital extranjero: sus enemigos son otros argentinos. Lo que La Cámpora no dice a sus integrantes.

yoquieromilitar¿Militantes o soldados?

La militancia política, social o gremial es fundamental para la consolidación democrática pero es una actividad polémica cuando es alentada desde el poder. En ocasiones esa militancia se transforma en un grupo de presión, de condicionamiento, de imposición violenta de las ideas y así se involucran en incidentes, en la desobediencia civil, la invasión de la propiedad ajena, los motines y la guerra armada.

La historia ha demostrado que la participación de la población en la acción política a contribuido a cambios trascendentes, a liberar a pueblos oprimidos o derrocar gobiernos autoritarios. Esa lucha desigual entre el pueblo y sus gobiernos está llena de víctimas y héroes anónimos, pero es la esencia del activismo político.  Pero ¿Qué pasa cuando la militancia es alentada desde el gobierno o pertenece a él?. Hay una gran diferencia entre defender el status quo e impulsar el cambio social. Si la ley y la democracia no alcanzan para aplicar las medidas de un gobierno, una fuerza adicional que despeje de opositores el camino no es una actitud democrática.

Los fanatismos extremistas han golpeando a la civilización. Algunos encuentran justificativos para esa actitud, pero el sentido común me aleja de esos extremos obsesivos que, en el tiempo, destruyen familias y sociedades.

Inspirados por el tío.

la campora 2La televisión nos muestra a jóvenes con remeras con el logo de “La Cámpora”, el sector militante del cristinismo. Ellos adhieren a la política oficial y responden a la presidenta Cristina Kirchner con total sumisión. Hacen actividades solidarias con el ingrediente de la propaganda oficial pero también participan de mitines con actitud desafiante, recibiendo el calificativo de “fuerza de choque” por algunos opositores. En sus actos exhiben su postura crítica a los medios de comunicación y periodistas no alineados al gobierno y a los líderes políticos de la oposición, denunciando una conspiración mediática que quiere desestabilizar a la presidencia.

Entre sus objetivos generales no citan a la libertad de expresión, la tolerancia, el fin de la corrupción política, el clientelismo, el enriquecimiento ilícito y la inflación.  Si destacan su compromiso con “los derechos humanos, la patria grande latinoamericana, la soberanía industrial, la fuerza de los trabajadores organizados y la justicia social.” Son leales al proyecto kirchnerista y pretenden trasladarlo hasta el infinito, ser sus verdaderos herederos simbolizados en un Néstor Kirchner eterno.

 Destacan: “Debemos considerarnos privilegiados por la historia: hoy tenemos que dar la batalla ideológica de todos los tiempos: un país para pocos o un país para todos. Tenemos la oportunidad de continuar la pelea histórica por la redistribución del ingreso y la justicia social”. Ambas cuestiones tienen mucho en común, pero pese a ser oficialistas de un modelo con mas de un década de vigencia y con miembros adinerados, hay un gran sinceramiento: si pelean por la justicia social es porque reconocen que existe la injusticia social. Pero esa injusticia no sería  responsabilidad del gobierno.

camporaLa organización toma el apellido del ex presidente peronista Héctor José Cámpora, quien en forma testimonial accede al poder por el voto popular en 1973 al solo efecto de permitir el retorno de Perón del exilio y convocar a elecciones nuevamente. Cámpora fue legislador y embajador durante la primera y segunda presidencia de Perón, preso político  y en los 70 era el leal delegado personal en el país del General. Piloteó los intereses del peronismo en medio del caos y los enfrentamientos armados entre facciones rivales, y alentó la escalada de violencia. Hubo una enorme irresponsabilidad de los dirigentes de esa época, arrastrando al desastre a todo el país. La Cámpora se inspira en su figura y es la heredera de agrupaciones como la Juventud Peronista y Montoneros. No es precisamente una época que los memoriosos quieran volver a vivir.

Militantes y funcionarios.

El funcionario del gobierno Andrés “Cuervo” Larroque, el legislador Juan Cavandié y el hijo de la presidenta Máximo Kirchner son algunos de los referentes de la organización, cuyos principales integrantes están diseminados en oficinas del estado, en diversos cargos de jerarquía.

Maximo KirchnerDebajo de la cúpula de la organización está el simple militante, reclutado o simpatizante, que adopta la postura y comportamiento que contribuye a la causa y que responde a los objetivos de la agrupación. Son jóvenes que empiezan a formar su concepto del mundo, en el tránsito hacia la madurez, liderados por adultos carismáticos que a veces ostentan puestos públicos y que prometen un lugar en el futuro.

La actividades políticas más polémicas han sido difundidas por los medios ajenos al poder. Desde el “copamiento” de los lugares públicos en actos políticos desalojando a opositores de la peor manera, hasta la presencia de “doctrinadores” en escuelas primarias. El aporte obligatorio de un porcentaje de los sueldos para la organización también generó denuncias, como la supuesta apropiación de donaciones para afectados de las inundaciones en La Plata que distribuyeron en su nombre. Incluso se llegó a afirmar que La Cámpora habría recibido armas de forma ilegal. Sus cuadros también han sido víctimas de la propia reacción que generan.

La fuerza es la juventud.

El militante es un creyente que no debe cuestionar a la organización, sometiéndose a sus reglas. Como una Iglesia que convoca a sus devotos reclinándose ante su dios. Como un ejército no convencional, cuyos soldados no deben insubordinarse.

El ideal es afirmar el modelo de gobierno, sus políticas y decisiones, sin cuestionarlas. Los enemigos del poder son los enemigos de La Cámpora, no importa si el motivo es una obsesión o un acierto.

La «Orga» reúne a sus cuadros para aportar la mística del «70 pero con enemigos renovados y ser mano de obra del poder. No por nada las primeras organizaciones militantes estuvieron impregnadas por los sectores fanáticos de la iglesia católica: Los extremismos comulgan con lo irracional.

Una historia de ideas y sangre.

Argentina vivió épocas históricas moldeadas por la militancia exacerbada en los ámbitos de la política, gremial y social, pero sus orígenes tuvieron un espíritu legítimo. Generalmente estos movimientos nacen de la descomposición de la libertad, la igualdad y la justicia, pero el malestar es captado por otros intereses.

En 1966 se inicia un proceso de movilización de jóvenes opuestos a la dictadura del General Juan Carlos Onganía. Intentaban por la voluntad colectiva alterar el orden económico-social que desfavorecía a las clases bajas y medias, y dar fin a las actividades represivas de los militares sobre la población civil. Muchos eran cristianos enrolados en la “Teología de la Liberación” y organizaban su oposición en centro estudiantiles y gremios, y actividades solidarias en barrios carenciados.

montonerosEl lema “comprometerse con la realidad” lo escuché insistentemente en los cursos de la carrera de Comunicación Social de la U.N.R. a finales de los ’80. Era un mandato de la militancia de izquierda del ’60 y ’70. Esa realidad eran los excluidos  los oprimidos, los perseguidos…. Las víctimas de un poder demencial.

La militancia derivó inmediatamente en la adhesión a corrientes políticas o ideológicas, algunas enfrentadas. El peronismo aglutinó a varios sectores con posturas  disimiles que intentaban convivir en una estructura opuesta al socialismo y marxismo, con su líder rodeado de figuras de ultraderecha. Eso fue un detonante de trágicos disturbios que de la interna partidaria se trasladaron a la vida publica.

Los jóvenes militantes tenian una axioma común que era la liberación nacional, o sea, el fin de la dependencia económica argentina con el capital extranjero. Responsabilizaban de las desgracias del país a los líderes de potencias mundiales e impulsaban la nacionalización de los bienes que estaban en poder de empresas extranjeras. Algunos impulsaban la idea de que el país imitara el modelo socialista de Cuba o China, mientras otros pretendían un capitalismo nacional sin inversión extranjera. Cuando apareció la pregunta sobre cómo acceder al poder político e impulsar el cambio social, algunos se decidieron por la lucha armada. La participación popular pasaba por ser parte de estas facciones o espectadores aterrorizados por los métodos crueles que eran respondidos por el poder de la misma manera. La gran mayoría eran testigos de esas escenas.

La actividad guerrillera resultó ser la militancia armada de algunos grupos sociales organizados. Fue durante el último gobierno democrático de Juan Domingo Perón, 1973, cuando esta modalidad se dimensiona y aparecen dos organizaciones mayoritarias: una de orientación peronista (Montoneros) y la otra marxista (Ejército Revolucionario del Pueblo).

Estos cuadros sumaban a sus acciones militares actividades de adoctrinamiento en centros educativos, fábricas, sindicatos y barrios carenciados.  Las acciones armadas incluían operaciones para obtener dinero y financiar, supuestamente, a la organización, como los secuestros y los robos a bancos. También el asesinato de enemigos políticos, el asalto a instituciones policiales y militares,  o la colocación de explosivos en edificios sensibles.

La actividad inquietaba a la mayoría de la población por su ilegalidad, y la respuesta del gobierno y de las fuerzas de seguridad era enfrentarlas, no siempre con la ley en la mano. Las víctimas de uno y otro bando llenaban los diarios y en la vida social la estigamatización provocaba otros enfrentamientos.

El clima político abrió las puertas a un golpe de estado y el enemigo pasó a ser el pueblo entero. Los desaparecidos y muertos fueron la consecuencia de los excesos del gobierno de Isabel Perón, primero, y de la dictadura después, para enfrentar a las organizaciones guerrilleras, cuyas acciones ya estaban desconectadas de los deseos de la ciudadanía.

El militante según Feinmann.

José Pablo Feinmann, un filósofo argentino que adhiere al partido gobernante, escribió sobre el militante diciendo que se trata de “un ser en constante proceso de humanización”. Y agrega: “Su militancia lo hará mejor padre, mejor hombre de su mujer, mejor amigo de sus amigos. Sabe que habita este mundo para luchar junto a los demás, no para usarlos.
El militante respeta el trabajo. No porque sea un sometido, sino, porque sabe que en el trabajo está su poder, su organizatividad y el sentido final de su militancia: la justicia social”.  

Pero el filósofo reconoce que “la deshumanización acecha también al militante. Puede transformar su ideología en dogma, en obstinación y autoritarismo. Puede creerse más heroico. Puede confundir el desprecio por la vida con el coraje. Puede enajenarse en su lucha. Puede olvidar las pequeñas cosas en nombre de los grandes ideales”.   

Militantes y marionetas.

Las épocas pasadas son el espejo de La Cámpora, cuando la militancia hervía en la sangre de algunos fanáticos sin medir consecuencias.  Los cuadros políticos así organizados no pacifican a la sociedad sino la dividen, la enfrentan con argumentos cuestionables y sin permitir el disenso  el debate y el cambio de rumbo ante el error. La organización está atada al estado, se sostiene con sus recursos y amplía el poder de propaganda estatal a dimensiones impensadas.

activismoDurante muchos años hubo un desinterés de la juventud por las cuestiones políticas, pero la mejor manera de revertirlo es con mejor educación, ante todo. Es decir, con el conocimiento cabal de los fundamentos de la nación, la división de poderes, los derechos y obligaciones del estado y sus ciudadanos. Luego la participación política se enriquecerá con el conocimiento, el respeto, la tolerancia y el equilibrio. La obediencia debida no debe existir en una organización democrática.

El activismo no debe ser parte del estado ni fomentar las divisiones ni los rencores, sino aportar un debate que desde las bases nutra al poder de nuevos horizontes. La militancia es denuncia y  es rebeldía ante lo establecido. No se calla por nada. Cuando es al revés, cuando un gobierno alimenta con sus recursos a sus seguidores y  los involucra en su propia lucha de poder, estamos tocando la puerta del totalitarismo con políticos que no tienen escrúpulos para perpetuarse.

Claudio Scabuzzo
La Terminal

Algunas fuentes:

http://es.wikipedia.org/wiki/Activismo

http://elplantel.blogspot.com.ar/2007/07/que-es-un-militante.html

http://www.siemprehistoria.com.ar/?p=2680

http://www.lacampora.org

http://www.clarin.com/politica/Campora-control-armas-caja_0_881911837.html

6 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Jose dice:

    No comparto las ideas de La Cámpora pero valoro la actividad militante que desarrollan, es falso que esté conformado por dirigentes en posiciones de poder, la abrumadora mayoría de sus integrantes son jovenes que actúan desde el llano. Tampoco veo mal que respalden una gestión de Gobierno, no comparto las idea de un «espíritu rebelde» consistente en oponerse a todo. Hace un par de décadas tuve militancia juvenil en el PS de la ciudad de Bs As pero desistí porque, la verdad sea dicha, la organización juvenil en el partido era (y es) inexistente. Pienso que se critica la militancia juvenil desde un lugar de no-militancia, el joven militante pasa a estar inmediatamente bajo sospecha. También escuché argumentos insólitos como gente de derecha (no hablo del columinista) que compara y habla a favor de la militancia de los 70 como «jugada» frente a La Cámpora «guerrilleros de papel». Pónganse de acuerdo, muchachos!

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  2. Donato Pecorelli dice:

    Comparto el artículo en lo general, pero tiene muchos baches. Saludos de Donato Pecorelli, DNI 8476261. Soy investigador y conocedor de este tema.

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  3. Rolando dice:

    Una visión que parece haber sido hecha con anteojeras y que no menciona ninguno de los ingredientes de la época actual. Se intenta comparar 2013 con 1970. Por si no se dió cuenta, han pasado más de 40 años: son épocas distintas y con escasos puntos de comparación.

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    1. Claudio Scabuzzo dice:

      Gracias por comentar, pero todo tiene su enlace con el pasado. En el caso de esta organización, no por casualidad lleva el nombre de un político y ex presidente de la década del 70. A partir de allí los puntos en común abundan, aunque no su contexto histórico ni sus objetivos. Han pasado 40 años y el espejo está allí.

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  4. Carlos Pistelli dice:

    Esta vez no comparto tu analisis, Claudio, saludos.

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